lunes, 8 de febrero de 2010

Un dia en la vida de un arbitro de la NBA

Echa un vistazo al "detras de camaras" de un arbitro de la NBA. Observa el trabajo que realizan los arbitros de la liga mas importante del mundo de cara a un juego de temporada regular, en donde no se deja ningun detalle librado al azar.
Observa el estudio del juego previo al mismo, y el repazo de cada jugada luego de que finalizan las acciones.

viernes, 5 de febrero de 2010

Arbitraje moderno

El básquetbol moderno es una combinación armoniosa, abarcando una velocidad fulgurante en las acciones, unas cualidades atléticas excelentes y una técnica depurada. Es lógico que el desarrollo del juego esté estrechamente vinculado al arbitraje, pues son precisamente los árbitros quienes hacen posible la aplicación del espíritu del básquetbol actual en las canchas de juego. En consecuencia, cuando se habla del básquetbol moderno es preciso evocar el término de arbitraje moderno. Algunos especialistas competentes opinan, equivocadamente que el arbitraje moderno representa una categoría de técnicos completamente nueva, que difiere en todo de las leyes y normas del arbitraje clásico. Por el contrario, la diferencia esencial es que determinados elementos constitutivos del arbitraje que antes tenían un carácter menos transcendentes y fundamentales, hoy han adquirido una importancia primordial. Existen asimismo algunas facetas más modernas en determinadas técnicas del juego que deben ser observadas por los árbitros para llegar a tomar una decisión lógica y adecuada. Intentaremos a continuación, esquematizar los más importantes de estos nuevos conceptos y exigencias.

CONDICIÓN FISICA DE LOS ARBITROS: la dinámica del juego y las cualidades atléticas de los jugadores son las causas principales de la acrecentada potencia del básquetbol moderno. La rapidez de las acciones y la participación en las mismas de variaos jugadores acarrean, a menudo, unas faltas en cadena que se suceden a veces, con una diferencia de una fracción de un segundo. Para sancionar la primera de estas faltas, es necesario que el silbato del árbitro sea instantáneo. Pero para seguir lo más cerca posible, el árbitro también tiene que correr velozmente y, en algunos casos, debería incluso hacerlo con más rapidez que los propios jugadores; en consecuencia, debe poseer las mismas cualidades físicas y la misma resistencia. Una insuficiente movilidad provoca, a menudo, incluso en los árbitros veteranos, unas decisiones basadas en la presunción. Frecuentemente presenciamos casos en los que una sanción impuesta por el árbitro, incluso muy justa, pero señalada desde lejos del sitio donde se produjo, acarrea unas protestas espontáneas de parte de jugadores y espectadores. Una distracción, incluso momentánea, de la atención, puede repercutir de modo negativo en el resultado final. La capacidad de concentración disminuye considerablemente desde el momento de la aparición de los primeros síntomas de cansancio físico. Es entonces cuando las omisiones y las decisiones erróneas se hacen más frecuentemente. Lo mismo acontece para con los reflejos condicionados del árbitro. El desarrollo de este proceso puede ser considerablemente frenado por determinados factores que, incluso, pueden interrumpir la continuidad de sus fases consecutivas. Entre estos factores, mencionaremos:

1) el cansancio físico
2) una discusión con un jugador, entrenador, etc.
3) una sobreexcitación nerviosa provocada por los gritos de un público desencadenado y vociferante.
4) una comida copiosa o cierta cantidad de alcohol consumidas antes del juego.
5) un sueño profundo interrumpido muy poco tiempo antes del comienzo del partido.
6) problemas personales de diferente índole, etc.

En consecuencia un árbitro cansado se percata de una determinada falta cometida por un jugador, pero hasta el momento en que la contracción de sus músculos da paso al silbido, una nueva falta acaece, etc. A menudo presenciamos encuentros en los que los árbitros, cansados y jadeantes, se ven rebasados por el ritmo del juego dinámico. Por lo tanto tendremos un arbitraje desigual, al comienzo preciso y estricto; pasivo y vacilante hacia el final; precisamente en los momentos decisivos, cuando una o dos omisiones consecutivas hacen que el básquetbol degenere en rugby y pueden resultar fatídicas para el resultado final.
Incluso el mejor árbitro no está en condiciones de responder a las exigencias del básquetbol actual si quiere arbitrar sin una preparación física sistemática. Si insistimos tanto en la preparación física, es porque es la base fundamental de todos los demás elementos que componen la estructura de un buen arbitraje. El ritmo y las antiguas reglas permitían a árbitros dirigir el juego, durante largos períodos desde una posición estática. Podemos citar como ejemplo clásico la final de los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952 entre Estados Unidos y La Unión soviética, cuando transcurrieron más de 12 minutos sin que se produjera ninguna acción ofensiva ni defensiva de parte de ninguno de los dos equipos. El árbitro debe hacer precalentamiento durante 10 a 15 minutos antes del partido pues ello le permitirá comenzar el encuentro bien preparado para los futuros esfuerzos y mantener el ritmo ideal.

lunes, 1 de febrero de 2010

El nivel de activación en los árbitros

Un árbitro puede presentar dos estados de activación (baja y alta) no obstante, existe un otro que, al contrario que los anteriores, favorece el máximo rendimiento y es el nivel de activación óptimo el cual no es otra cosa que poner de la mejor forma, física y psicológicamente al organismo para dirigir el partido y pueda dar el máximo rendimiento, es importante que cada árbitro en particular aprenda a identificar cuál es su nivel óptimo. A partir de aquí, podrá evaluar su activación y saber si se encuentra en el nivel que favorecerá su rendimiento, o bien si está por debajo o por encima de éste.

Herramienta importante


Si al partido el árbitro ingresa con su nivel de activación demasiado bajo, su atención estará dispersa y captará peor los estímulos de cada situación. De esta forma, es más probable que no vea algunas faltas que se cometan y controle mal las reacciones de los jugadores. Contrario a esto, si está demasiado activado, le resultará difícil controlar todos los detalles importantes para poder tomar las mejores decisiones, pues su atención es poca y, además estará tensionado y agobiado, en estas condiciones, sus apreciaciones serán malas y cometerá más errores.

Influencia física y mental

El nivel de activación influye en el rendimiento de los árbitros afectando su funcionamiento físico, repercute en aspectos como la tensión muscular y la coordinación motriz. En los arbitros estos aspectos pueden influir en la calidad de sus desplazamientos, su ubicación, el cansancio físico y hasta la facilidad para ejecutar la acción de soplar el silbato. En el aspecto psicológico también influye, en la conducta atencional y las operaciones mentales de toma de decisiones, porque puede influir en la observación de cada situación del juego, la decisión de pitar o no pitar, y de hacerlo en el momento correcto.

Aspectos que influyen

Dos grandes variables influyen en el nivel de activación general de los árbitros, la motivación y el estrés. En ausencia de motivación y estrés la activación es baja y no se alcanza el nivel de activación óptimo. El estrés prolongado produce agotamiento psicológico y favorece un estado de activación bajo que no alcanza el nivel de activación óptimo. En ocasiones es posible que algunos árbitros no alcancen su nivel óptimo por no estar lo suficientemente motivados. Para prevenir este problema, es importante que aprendan a auto motivarse utilizando estrategias psicológicas apropiadas

Aprenda a identificar

En líneas generales, cada árbitro debe aprender a identificar las situaciones concretas "de riesgo" que hacen más probable una motivación inadecuada o un estrés incontrolado, y posteriormente, deben aprender estrategias psicológicas apropiadas para actuar con eficacia cuando estas situaciones se presenten, de forma que su motivación y su control del estrés sean los más adecuados; es decir, los que favorezcan su nivel de activación óptimo. Por ejemplo, pueden aprender habilidades de comunicación para relacionarse más eficazmente con los jugadores y los entrenadores durante el partido.

La confianza es clave

En este proceso es importante fortalecer un aspecto psicológico de gran trascendencia: la auto confianza. Cuando la auto confianza es alta, la motivación suele predominar sobre el estrés, siendo más probable el nivel de activación óptimo. Así, un árbitro que confíe verdaderamente en que dispone de recursos suficientes para realizar bien su trabajo, estará más motivado y menos preocupado antes de los partidos, y será más propenso a controlar correctamente las situaciones estresantes que se le presenten durante el mismo.

Por: Jose Borda
Fuente: Revista Arbitros

Demuestre su experiencia.

Una de las quejas más frecuentes de los aficionados y jugadores cuando ven una designación para un partido es la referente a la experiencia de los árbitros, qué si son una bola de viejitos, qué si son todavía unos niños, qué si están experimentando mandando jóvenes y viejos, etc. Obviamente que estas apreciaciones las hacen tomando en cuenta únicamente la apariencia física de los silbatos en cuestión. No obstante, un arbitro con considerable conocimiento sobre el reglamento y con varios de encuentros dirigidos puede ganar reputación de experto, así sea joven.

La edad no importa

La edad es relativa, lo que realmente importa son las “vivencias recorridas” y la forma como se pongan en práctica en el campo de juego. Un joven imberbe puede tener un juicio excelente, a la vez que un árbitro maduro, de gran presencia, puede no tenerlo. Es la experiencia lograda en cada juego, en cada una de las categorías, lo que hace captar al árbitro el espíritu de las reglas y optimizar su aplicación en los múltiples casos no previstos por el reglamento. La formación de un árbitro es un proceso lento y entre más “pite” más experiencia adquirirá porque aprenderá a manejar excelentemente las situaciones y a solucionar mejor los conflictos.

¿Qué es la experiencia?

La experiencia de un árbitro es una forma de conocimiento derivado de la observación, de la vivencia dentro del juzgamiento deportivo, es decir, es la habilidad proveniente de las situaciones que le suceden en los partidos y la forma como la revierta en los futuros encuentros, pues los jugadores los notara y aceptaran mejor sus decisiones. Los árbitros pueden obtener esta forma de conocimiento a lo largo de sus carreras y es una puntuación que permite al mismo adquirir características nuevas o mejorar las que ya posee, pero no necesariamente se tiene que esperar muchos años para lógralo.

Como se adquiere

A los árbitros nuevos se les satura de reglas, procedimientos y se les manda al campo de juego, al abrigo de silbatos de mayor recorrido, para que empiecen a “adquirir vivencias”, en el juzgamiento deportivo es la mejor forma de hacerlo. El temple para dialogar con un jugador o técnico iracundo, para sancionar las faltas, para ubicarse en la cancha, para prestar oídos sordos a los reclamos injustificados de auxiliares y soportar los improperios del “público conocedor”, no se puede enseñar, estos los tiene que aprender en el terreno. Todos los árbitros, sin excepción, pasan por este doloroso aprendizaje, que es constante, que nunca termina. La diferencia radica entonces en cuando se inicia a adquirirla.

Aprender de los expertos

Entre más joven se empiece, mayor probabilidad se tiene de contar con excelentes árbitros en el momento de su plenitud física. En todas las asociaciones del mundo se trabaja al respecto a los jóvenes prospectos ya que en un futuro muy cercano serán los mejores árbitros del cada país, no obstante, quienes tienen más recorrido serán los encargados de enseñar y las designaciones seguirán siendo combinadas, con jóvenes promesas interactuando con árbitros de amplia experiencia, con el único afán de cumplir de la mejor manera con el requerimiento que hacen todos los que se encuentran alrededor de un partido de basquet, lo importante es que, se sea joven o adulto, siempre se debe demostrar ante todos ellos que se conoce a fondo los secretos del arbitraje, esa es la verdadera experiencia.

Por: Jose Borda
Fuente: Revista Arbitros

No es mejor el juez riguroso que el compasivo

El árbitro como representante de la autoridad y de poder debe administrar los partidos con una justicia suavizada por la condescendencia, alguien debe frenar el rigor del reglamento pues no es mejor el juez riguroso que el compasivo; se dice que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar y muy compleja para explicar. No obstante esta herramienta psicológica es importante en la labor arbitral pues a veces para solucionar inconvenientes, es mejor adoptar una posición flexible, conozca porque es importante en un partido ser tolerante.

Prudencia al impartir justicia

El significado clásico de la palabra tolerancia en el arbitraje ha sido “permitir ciertas cosas sin aprobarlas”, pero ¿Qué tipo de cosas se deben permitir? El no respetar las reglas de juego que hacen posible un partido no está incluido en este ítem ya que si algunos no respetan esas reglas comunes, la convivencia se deteriora y el partido no termina. Por ello, quien ejerce la autoridad está obligado a defender el cumplimiento de la normas, a capa y espada, sin embargo, defender una ley o una norma implica casi siempre no tolerar su incumplimiento aunque existan situaciones que hacen aconsejable permitir posiciones flexibles.

Apriete y afloje

Decidir cuándo y cómo conviene ser tolerante en el arbitraje o no es un arte difícil que exige conocer a fondo la situación, evaluar lo que está en juego, sopesar los pros y los contras, anticipar las consecuencias y ahí si tomar la decisión; al no hacerlo se pone en juego el propio prestigio de la autoridad, muchos árbitros interpretan la tolerancia como señal de debilidad. Eso no es cierto, el ejercicio de esta se ha considerado siempre como una manifestación muy difícil de prudencia en el arte de impartir justicia por eso hay que distinguir cuándo hay necesidad de apretar y cuándo aflojar, si responde con violencia, los jugadores responden con violencia, además si el silbato aplica el “ojo por ojo”, lo único que conseguirá serán problemas.

¿Cuándo se debe tolerar algo?

La respuesta genérica es, siempre que de no hacerlo se estime que ha de ser peor el remedio que la enfermedad, se debe permitir cuando se piense que impedirlo provocará un mal mayor. Desde siempre se ha dicho que en los partidos es propio del árbitro competente permitir las transgresiones menores para evitar las mayores, pero la aplicación de este criterio no es nada fácil, pues existen una disyuntiva, por un lado hay que ejercer la tolerancia y por otro, no todo puede tolerarse, lo cual resulta un arduo problema. En los límites entre lo tolerable y lo intolerable, el árbitro juega un papel primordial y no debe consentir ninguna acción que atente contra el espíritu del juego y las buenas costumbres necesarias para conservar el control de un partido; en todo lo que la ley permite, se puede ser flexible.

Formas de tolerancia

En los últimos años en el arbitraje se aprecia la tolerancia de tres formas la primera en el abuso de la palabra, dicen los instructores que el grado de eficacia de un consejo del árbitro está en relación inversa al número de veces que lo repite; la segunda en la intolerancia enmascarada, debajo de muchas exhibiciones de tolerancia se esconde la paradoja del “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, muchos árbitros creen que no permitiéndoles nada a los jugadores los van respetar más y van a tener el control siempre; por último, en el deslizamiento de la tolerancia hacia el permisivismo se encuentra la tercera forma, pasearse a los extremos también es malo porque permitir todo es nocivo, dañino y no refleja autoridad.

Ejérzala con prudencia

En lo que la ley no permite, el juez puede ejercer la tolerancia con prudencia, pero hay leyes injustas que toleran la injusticia, y jueces que juegan con las leyes justas, la violación de la justicia por el máximo responsable de protegerla no es una sorpresa para nadie, y sólo cabe evitarla, esas situaciones constituyen la justificación y el ámbito de la tolerancia entendida como permisión de cosas que en otras circunstancias no se permitirían. Esto es precisamente la primera acepción de tolerancia, prerrogativa del que tiene “la sartén por el mango”, que libremente modera el ejercido del poder “Si acaso doblas la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia”.

Por: Jose Borda
Fuente: Revista Arbitros