jueves, 19 de noviembre de 2009

El arbitraje en categorias formativas.


Hoy en día es ya inconcebible la actividad arbitral como parte insubstituíble de la actividad deportiva. En este sentido, la figura del árbitro ha experimentado una cierta mejora en los ámbitos deportivos y sociales, aunque probablemente todavía se encuentra a un rango inferior de consideración social respecto a otros colectivos deportivos como puedan ser los jugadores, entrenadores o directivos.
En cierta manera, este hecho viene dado por la actividad intrínseca del arbitraje: juzgar, decidir. Esas decisiones significan también sancionar, y, por tanto, dotadas como suelen estarlo por elementos subjetivos compuestos por el propio conocimiento de las Reglas de juego y su interpretación en décimas de segundo, vienen en cierta medida cargadas de polémica.
Esto explica que, en una sociedad extremadamente competitiva que, generalmente, premia la victoria, el éxito, la posesión de dinero por encima de otros valores éticos como la participación, la colaboración para lograr objetivos, la mejora de los propios defectos, la figura arbitral sirva de fácil excusa a la hora de justificar los propios errores.
He aquí, en cierta manera, parte de la grandeza del árbitro: debe desarrollar una labor de juicio que en demasiadas ocasiones resulta ingrata sin perder el equilibrio que le permita sobreponerse a esas influencias externas. En resumidas cuentas, el objetivo fundamental de cualquier árbitro en cualquier deporte es ejercer y mantener el control del partido por medio de la aplicación práctica del sentido de justicia incluido en las Reglas de Juego.

EL ARBITRAJE EN CATEGORÍAS ESCOLARES

La introducción anterior recoge principios fundamentales del arbitraje, pero que no pueden ser de aplicación en cualquier categoría formativa del deporte de baloncesto. ¿Por qué? Es
evidente: los períodos de formación - asimilación de principios técnicos y conductas humanas que deben realizar los entrenadores sobre sus jugadores - difieren según las edades de los participantes.
De esa manera llegamos a una conclusión lógica: el arbitraje debe adaptarse a las categorías donde debe ejercerse. Esta certeza, comúnmente compartida por los diferentes estamentos de nuestro deporte, es el principal objeto del presente trabajo. Se trata de establecer unas reglas generales de actuación que, en buena medida, vengan estipuladas por los principales formadores de jugadores, que no son otros que los propios entrenadores.
Definamos ahora los principales objetivos de las categorías de formación en su conjunto:
a) Desarrollar hábitos técnicos de acuerdo con la capacidad motriz de los jugadores, capacidad que varía en función de la edad de los jugadores.
b) Desarrollar hábitos humanos (sociales) desde la dirección de grupo: trabajo en equipo, integración de jugadores menos dotados, educación y respeto por los colectivos integrantes del juego, asumir decisiones, etc...
En realidad, durante las etapas de formación podemos llegar a una conclusión: lo importante es aprender y disfrutar, no el resultado del partido. Los aspectos competitivos quedan en un segundo plano, serán de aplicación a partir de una etapa diferente.
Desde esta perspectiva del juego, los árbitros deben llegar a convertirse en una prolongación de los entrenadores a efectos de formación aplicada de jugadores, ya que, mediante la sanción de infracciones técnicas realizadas por los jugadores, permitan a los entrenadores corregir o premiar, en la práctica de un partido, el aprendizaje técnico realizado durante los entrenamientos. Y este aprendizaje de los jugadores es el objetivo común tanto de entrenadores como de árbitros durante la competición escolar.
Podemos afirmar, llegados a este punto, que vamos a establecer unas pautas de actuación claras y sencillas para los arbitrajes en categorías inferiores, pautas que puedan ser asimiladas y aplicadas sin excesiva complicación. Ese es el objetivo y el reto del presente trabajo.